Rosa, rosa.
Una promesa de flor suspendida en el aire. Luz amarilla al fondo, sobre el huerto que está descuidado, lleno de hierbas silvestres. La lavanda detrás, difuminada por la óptica de la cámara. Las parras, a la izquierda, no acaban de perder las hojas. El capullo sobresale del muro de vegetación que rodea la ventana de la cocina: una cheflera, la planta del dinero, el rosal, la madreselva, la alocasia. Parece tan frágil que se va a romper. Flota en el aire, cortando el paso. Abro el facebook. Siento un porrazo. Jokin ha muerto. Cómo. Qué. Porqué. Mensajes. Hacía tiempo que no lo veía. Una llamada. El párking de la facultad de letras a mediados de los ochenta. Hay un concierto con unos chavales vestidos de negro. Música en la universidad, una vida asombrosa en la que se estudiaba literatura y se iba a conciertos de gente que tocaba vestida de negro. Nunca he vuelto a un sitio con más glamour. Luego supe que los techos de cristal eran transparentes. Echan a Luis Enrique. La España Fea gana demasiadas veces. No politicéis el fútbol que ya os hemos dicho cómo tenéis que pensarlo. Él es el culpable, el entrenador. Un partido de fútbol. Ir con tu equipo. Con el equipo con el que va tu gente, la viva y la muerta. Disfrutar del juego y sufrir, que sin sufrir no tiene interés. Leo las redes y truenan estupideces. No veas el fútbol. No eres de izquierdas. No eres español. No eres. Recuerdo a Novi también. Ya no son nuestros mayores los que mueren. El paisaje de los bares está de luto. La flor no acaba de salir. Está ahí, suspendida, rosa rosa y no se abre. Hay que resignificar las flores, como dijo Marian, para que no nos las roben. Las rosas son nuestras. Quiero rosas rosas. Y que no se mueran los amigos que daban conciertos en universidades. Quiero que el seleccionador hable con la gente y tenga criterio propio y sea honesto. Quiero ver partidos y sufrir y quiero saber que fútbol es fútbol. Que haya periodistas adultos. Que abra la rosa rosa y sea rosa.
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