Millenium – Stieg Larsson
Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire
Lo primero: me han encantado los tres libros, mejor dicho, no me han encantado, me han atrapado. Los he leído en unos diez días lo que da una media de unas 200 páginas diarias, es decir he leído sin parar, sin alternar lecturas como hago siempre, casi sin respirar. ¿Por qué? Porque es una mezcla estupenda entre “La Patrulla-X”, (tal vez la época de Claremont que leí a principios de los 90), y “El Padrino”, porque Sallander-Lobezno es un personaje memorable y porque la acción y la trama de intriga son espectaculares.
Empecé con reparo, le había oído a Lorenzo Silva que se parecía a Patricia Cornwell y puede que sea así. Las descripciones son abundantes, tediosas y, demasiadas veces, superfluas. Hay un pasaje en el que sale la lista de la compra del supermercado detallada, en otro lo que ha comprado en Ikea. No necesito saber el color de los pomos de las puertas de cada casa de Estocolmo. Me da por pensar que es una cuestión climática: si en Andalucía le cuentas a alguien qué has comprado en el súper, lo más probable es que se vaya de cañas. Con otro. Mankell, que es tan distinto, se parece en esas cosas: si tienes noches infinitas y frío excesivo puede que no tengas tanta necesidad de sintetizar.
Pero se anima, empiezan a pasar cosas y ya no paras. Nazis, religión, espías rusos, hackers, asesinos yugoslavos. De todo. Hay un tipo de novelas en las que la gran virtud es la intriga, ¿la aventura?, y el ritmo con el que están escritas. El Padrino es el gran ejemplo. En ese sentido Millenium es una obra maestra de la literatura. No hacen falta florituras ni adjetivos. No necesitamos frases bonitas. Una historia, mucha historia y un ritmo trepidante y a leer como cuando teníamos catorce años.
Pero la historia es más. Es, sobre todo, un alegato feminista contra la violencia de los hombres. El paraíso sueco enseña sus vergüenzas. En España, el 92% de los delitos los cometen los hombres. Algo estamos haciendo muy mal.
Larsson es periodista sueco y hace una crítica brutal del periodismo sueco. En España me parece que la situación es peor. No hay un Millenium que sea un reducto de periodistas honrados e inteligentes. Aquí cuando coges un periódico tienes que empezar a suponer qué es verdad y qué mentira. A quién quieren favorecer y qué pretenden. Decidme un periodista español del que os fiéis. La sensación de que no existen medios de comunicación fiables es un problema enorme como ciudadanos de un estado democrático. Si no hay conocimiento, si no hay información, no hay criterio. ¿En qué nos basamos a la hora de votar?
Me sorprende que un libro que critica tanto el funcionamiento del sistema capitalista y desde un punto de vista tan radical, tan acertadamente radical, haya sido un éxito de ventas. No me imagino a la mayoría de los lectores de Larsson estando de acuerdo con estas críticas. Es más, la sociedad, nosotros, consentimos y colaboramos en que el sistema sea lo que es. En la perfección capitalista las novelas son sólo novelas.
Por cierto, las portadas españolas son espantosas, miro en Amazon y veo que las portadas de fuera, tal vez se salven las inglesas, son igualmente horrorosas. Los títulos traducidos literalmente son mejores y más sencillos y directos que los que han publicado: Los hombres que odian a las mujeres, La niña que jugaba con fuego, y El castillo en el aire que se derrumbó.