«Martes.
Son las 17:30 y apenas hay luz. Hace mucho frío. Recojo las cosas de los perros. Hay una zona donde orinan en la que el césped —un desierto biológico según Ceric en los “Jardines en tiempos de guerra”— se está secando. Tenemos que sacarlos más. El césped no es aquí un fin en sí mismo, es una base sobre la que asentar un patio que era un yermo: hormigón y tierra asfixiada.

Planto los claveles que compré el viernes junto a la dama de noche. Creo que no sé ordenar las flores, las plantas, los arbustos, en el arriate. Tengo dos jardineras de plástico sin usar y las voy a poner con fresas al fondo del huerto, en el poyete que hay. Nunca hay demasiadas fresas. Habrá que terminar de rellenar ese espacio con alguna jardinera recuperada o hecha con palés. Parte importante de la filosofía del huerto es el reciclaje de materiales y cosas. Hoy he gastado diez euros en la ferretería: bisagras, tacos del cinco, una cadena para fijar el refugio de los perros. Es un gasto inevitable pero otros sí lo son y los voy a evitar. Pienso en poner una hilera de macetas junto a las jardineras en ese poyete. Así aprovecho las que vienen con los frutales y alguna otra planta grande del vivero. Mejor utilizar que reciclar.


He fijado otro tablón junto al que fijé el viernes. Les he puesto a los dos la cadena y la hembrilla abierta que los sujeta. Cuando esté Anjana los levantaré los dos, si no, sólo el de Milan. Ya he comprobado que los cojines no se mojan por mucho que llueva. Los perros tampoco.

He visto un gorrión en el patio. Una gran noticia. Vida llama a vida.
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Jueves.
Salí a por leña para la chimenea y el césped brillaba. Ayer, por la mañana, había luz azul en la ventana de la cocina. El huerto tenía luz azul.

Esta mañana estaba encendiendo el fuego y, en un instante, me he dado cuenta de que es emocionante cuando prende la primera llama. La primera llama del día, todavía de noche. Todo vuelve a empezar, la vida sigue.


Anoche acabé “Jardines en tiempos de guerra”. Es una joya. También de Elba ed. ¿Qué tienen en común los tres libros de jardines que he leído seguidos? Pasti, Ceric y Precy. ¿El desencanto, el jardín como refugio, la tristeza? El saber discernir qué importa, quizás.
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Viernes.
Ha llovido tanto que el agua cubre el césped, el huerto. Un espejo transparente. Creo que el agua asentará el suelo, el patio llevaba décadas sin recibir agua. La tierra nueva y la que había bajo el hormigón se unirán. ¿Cómo influirá en el suelo el llevar años cubierto de hormigón? Ayer vi un par de lombrices debajo de una maceta de barro.
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Sábado.
Salgo sólo media hora al patio. Le pido a Milan que venga conmigo. Echo de menos a Budi como se echa de menos a los muertos queridos. Me mira desde la cocina. Se para y analiza la situación: no vamos a salir a la calle, no va a dejarme en el patio porque no se va. Confía en mí y se viene. Me acompaña el resto del tiempo, oliendo alrededor, haciendo pis. Al final se va al cojín de su refugio. Cuando vuelvo a entrar lo llamo y viene. Es un perro noble y bueno. Qué poco inteligente es menospreciar la bondad. También en los perros.


A las espinacas les falta una semana de sol para que podamos ir cogiendo hojas, quizás menos. Al apio y a algunas lechugas un poco más. Los guisantes no acaban de llegar a la tela metálica que separa el huerto del césped. Las habas son las que más crecen. Tendré que salir al campo a buscar cañas dentro de poco.

S. trajo una orquídea silvestre de casa de una amiga, del campo que estuvieron visitando. No sé cómo cuidarla, la planto en una maceta de plástico. Si sobrevive le buscaré una de barro.

Tengo que ir pensando qué tablas tengo y cómo haré el gallinero.
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Domingo.
Hace sol y buen tiempo. Mejor al sol, fresco en la umbría.

Me he atrevido a podar. Siempre me ha dado miedo y he confiado en la naturaleza pero creo que -con mesura- es algo que tengo que hacer, aprender. He podado el ficus, que ahora está en el salón, junto a una ventana. El kumquat para darle forma y quitarle las ramas que lo separan de la pared. El rosal, al que he dejado sólo una rama. Me gustaría tener lo que los que saben llaman un rosal de pie alto. Había uno en mi primera casa de Granada y es de los pocos recuerdos bonitos de aquella época. He plantado los esquejes de la poda por el arriate y por el huerto. No creo que agarren.


Por la tarde no sabía si salir al patio o no. Quería dibujar el gallinero y ver qué tablas (palés, restos de madera recogidos en la calle) tenía y cómo podía adaptarlas. He salido y he separado los palés para los laterales y he clavado dos panés finos en dos estructuras de madera para el frontal y la trasera. Cuando he acabado me he dado cuenta de que no me sirven. Sería demasiado grande y voluminoso. No puede medir más de sesenta por sesenta por uno veinte.

Esta mañana había recortado una botella de leche fresca vacía (de litro y medio) para usarla como paleta y sacar y repartir el abono y el mantillo de los sacos. Uso otra, cortada parecido, para recoger las cacas de los perros. Esta tarde he recortado otra, un agujero a media altura de unos diez por diez, para hacer un comedero para los pajarillos, para los gorriones. Le he puesto una hembrilla en el tapón y he usado un taco como tope por dentro. La he colgado de la ventana de la cocina.
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Martes.
La ventana de la cafetería en la que escribo, insulsa, insípida, se ha convertido con el otoño en un extraño cuadro con tres tonos de verde, una montaña negra y nubes grises y azules. También, una parada de bus.
El café es pésimo.
Leer sobre jardines me hace mirar mejor.
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Sábado.
Salgo tarde al patio y casi no hay luz. No voy a progresar nada en el gallinero. Limpio, ordeno. Los pintores ya se han marchado, la obra (salvo el emparrado del ocupadísimo Sr. Herrero) ha finalizado. Oigo a Bach mientras escribo, en casa. Luego el disco nuevo de la Bartoli. Hago fotos del huerto: no logro captar los tonos de verde de las plantas, la vitalidad que tienen. Las caléndulas están espléndidas. Hay una mala hierba preciosa, me gustaría saber qué es. No arranco ninguna, Pasti no me lo perdonaría.



El jueves comimos una gran ensalada con hojas del huerto: espinacas, rúcula, hojas medianas de lechuga. Son un manjar.»


LANDA, Martín. (2029), "Diario de un patio andaluz". El Chaparral, Rojinegra ed. (Págs 13-16).

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