viernes, 16 de octubre de 2020


Llega por la mañana y pienso que cuando me he comprado un cd. Pero si yo no compro cd’s. Lo dejo en una pila de libros, con otros sobres. Acabo la rutina de estrés y vuelvo a coger el paquete. Hostia, el libro de Javi. Pone: Javier Viadero. Me sorprende no ver el nombre de guerra en redes. Y me parece bien. 

Por la noche está en la pila de libros de la mesilla. Debería leer un poco de poesía y seguir con “La edad de la inocencia” que igual hay alguna ópera u otra fiesta o… Lo hojeo. Sólo hojearlo. El prólogo de Laura es intenso como ella misma pero los estoy viendo en el coche yendo hacia la ría a la que nunca he ido pero tantas veces me han contado. Joder, estos cabrones no me llevan.

Dedicado a Mom. Bien. Mon, que me hacía fabada a través del chat del facebook y era terremoto y abrazo y amiga sin necesidad de verla, sin que la vida nos diera el tiempo de conocernos. 

La primera historia es un poco Leño, los bares de los 80. Los yonkis siguientes son humanos. Y esto, para alguien que sufrió a los putos yonkis de la Chana, es complicado de sentir. “El infierno es una vida sin heroína”. Leí la semana pasada un artículo sobre cómo todas las medidas contra las adicciones —contra el alcohol y las drogas, las demás no interesan— están enfocadas simplemente a que se dejen de consumir pero nunca miran a porqué se consumen, a qué condiciones de vida provocan que deseemos escapar a otros mundos o dejar de sentir el dolor y el vacío que este provocan. Pues claro que hay vidas que son un infierno (y una puta mierda, que es peor) sin heroína. Demasiadas vidas son así.

Y Pili. Tiene gafas y estudia y se esfuerza y blablablá. Leo la historia de Pili y pienso que el canto de este libro sería muy apropiado para golpear al próximo que me romantice los barrios y, más aún, los barrios de los ochenta. En la sociedad neoliberal se llega a donde naces. ¿Qué lograrás con tu esfuerzo? Llegar donde naciste. Lo demás es palabrería ideológica para engañar y engañarnos y basura mística. Que os jodan. Quizás las hijas de Pîli, o las nietas, si las hay, tengan alguna posibilidad. Ojalá. 

Pili es la única del libro (creo) que no va a bares. Sí le llueve. Disfruto imaginando si las calles son de Torre o de Santander. Llueve más. Y recuerdo bares que visité hace muchos años, en noches de vacaciones. En verano, a veces, no llueve allí. Pero seguro que eran aquellos bares. Tan parecidos y tan diferentes a los de aquí.

Coño, ¡se acabó el libro!. Del tirón. 


Post a Comment: