miércoles, 18 de mayo de 2011

Me cae bien Abraham García. Me encanta el programa de Radio 1, ("Comer y Cantar"), me duermo multitud de noches oyéndolo, llego tan cansado que no suelo aguantar más allá de la presentación, tal vez el principio de la receta, (la suficiente escalonia, agua mineral...) A veces un sólo programa me ha servido para conciliar el sueño durante una semana, me aleja también, ya me alejé yo de Botín, Zapatero y Rajoy, de Mou, FP, De la Morena y demás.

Puede que tenga prejuicios contra El Mundo, puede que menosprecie un poco los chats con internautas, (la mayoría son insufribles) y puede que sea un librero anticuado que piensa que un libro es una cosa seria. Puede. Pero puede que haya algo obsceno en reclamar la autenticidad en la cocina constantemente y "escribir" un libro copipegando trozos de un chat semanal. Cuando compras un libro de un cocinero, más bien descerebradamente,  -quiero un libro de Abraham García, el que sea más fácil de conseguir, Daivid- y ves que ha resumido unos chats semanales... Tío, he pagado 20 euros por tu libro. Te lo podías haber currado un poco más.

Tengo prejuicios contra el Mundo. No lo leo nunca,  bueno, alguna vez algún artículo que alguien enlaza, alguna vez los artículos de Lorenzo Silva. Creo que nunca lo he comprado ni lo compraré. Ni en la playa. Prefiero el País, el ABC. Sostres y Pedro J. Uf. En este libro hay un poco, muy poco gracias a dios, de ese estilo: un poco machista, desacomplajado, en el sentido en que muchos burros se sienten orgullosos de sus desgracias, ese estilo que denigra personas y no evalúa hechos. Que inventa conspiraciones y obvia realidades y sentencias. Pero evidentemente, el sr. García no es sólo eso, es, sobre todo, una búsqueda constante de un lenguaje rico, amplísimo y culto, una búsqueda de cada palabra para lograr, con una extraña simpatía, que ninguna frase parezca sencilla. Y sobre todo, un conocimiento espectacular de la cocina española que además sabe transmitir y un cariño por la mesa y alrededores que se contagia.

El chat, el libro, se lee razonablemente rápido y muchas partes tienen notable interés, no sólo para los gastrónomos, que también. Algunas anécdotas son muy interesantes aunque los comentarios sean extremadamente antiguos: de hace 6 años. Pensándolo bien, tal vez el antiguo sea yo que me pongo a escribir en este solitario blog de un libro de hace miles, seis, de años.

Al final trae un índice de recetas y productos que mitiga el cabreo del principio, gracias a este índice es fácil usarlo como libro de recetas que al fin y al cabo es más interesante: no hay nada mejor que hacerse un libro de cocina, poco a poco y con estupendos ingredientes. Y el mejor aceite de oliva.

Abraham, si me leyeras, prueba a echarle un poquito de nata a tu receta del yogur, mézclalo, si tienes, con fresas ecológicas recién cogidas. Y, es cierto, es mejor dejar el horno encendido, a 42 grados apenas si gasta.

Por cierto, ya puestos, el potaje de acelgas que nos copipegaste es fantástico. Un gran aprovechamiento para las acelgas de mi huerto ahora que mis queridas babosas me han dejado alguna.

Un chat. 20 euros. Joder.

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