viernes, 2 de febrero de 2007

Anagrama, 2006

Me dice Sánchez que Auster no tiene la culpa de gustarle a D.. Ya, los autores y más si se supone que son grandes autores no tienen la culpa de no gustarnos, (tampoco de lo contrario, me gustaría que más de uno viera la cara de sus lectores), normalmente tenemos los problemas nosotros y no ellos. A mí no me gusta nada Stendhal, ¿quien tiene el problema?, yo, evidentemente. De todas formas, todavía no sé si me gusta PA. Durante toda mi vida de lector me he dedicado a eliminar los prejuicios que tenía contra la literatura popular, es decir, he dejado de tener problemas con Marcial Lafuente Estefanía, (que me gusta muchísimo), o con Dan Brown, (es curioso que ese libro sea tomado tan en serio). Lamentablemente he acabado en la estupidez contraria que es tener prejuicios contra la literatura de listos.

Leo Brooklyn Follies y, gracias a dios, leer me gusta tanto que todo lo anterior no existe. El principio me sorprende, es divertidísimo, me alegra que en USA hayan visto "Amanece que no es poco". Luego me doy cuenta de que al protagonista ya lo conozco, es William Hurt en "El turista accidental" con 20 años más. Su mujer es un personaje del libro de Chejov que me estoy leyendo. Su sobrina, la historia de su sobrina, la leí en "Predicador", aunque tal vez no era la historia exacta, pero sí el tono y el paisaje. La historia poco a poco se va llenando de gente y situaciones que ya conozco. He leido o visto buena parte de la novela en otros sitios.

El final me emociona y durante todo el libro me acuerdo de la frase de Hemingway sobre su literatura en la que decía que prefería destrozar su instrumento usándolo a tenerlo nuevo y no atreverse o algo así. (Busco la frase concreta en "París era una fiesta", donde pensé que estaba, y no la encuentro). Me queda la sensación de que PA debía y, lo que es peor, podía haber logrado un libro mejor, un libro con más. Pero entonces, probablemente no sería el autor perfecto para tener encima de la mesa de un restaurante vegetariano.

Me gusta Brooklyn Follies, sí, o no, no lo sé, me jode mucho la sensación de libro estupendo, pero, ya se sabe lo que pasa con estos autores, el problema, lo tenemos nosotros. O tal vez lo tengan ellos.

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