sábado, 23 de enero de 2021

 


Acabo el libro de Kirmen Uribe y quiero salir al patio, al huerto. He comprado plantones y una parra y un soporte para la goma y una costilla de adán. Lo urgente es la parra, que viene a raíz desnuda. M. se encarga de trasplantar la costilla de adán. Salgo con la cámara con el 50mm y un jersey. Está lloviendo. Pongo la cara de emoti del whatsapp que se usa cuando no te dan la piruleta, digo la razón, y entro de nuevo en la casa. El chubasquero: tampoco llueve tanto. Quito restos de tomateras y cañas y limpio y al compostador y el huerto está muy embarrado. 


El asalto al Capitolio es más importante de lo que parece: hay un nivel profundo de democracia al que no podemos renunciar. Comparto muchas de las críticas que se hacen desde la izquierda a las democracias liberales (recordatorio: el PSOE no es izquierda) y en particular las que se hacen al régimen del 78. Pero hay otro nivel más importante, el nivel de convivencia y respeto a las ideas de los demás. Respeto a los demás con lo que no estamos de acuerdo ni tenemos  porqué estarlo. Convivencia con los que piensan distinto y eso no impide que vivamos bien juntos. Trump, y Vox aquí, ponen en peligro ese nivel profundo de democracia. Cuando Abascal dice que quiere ilegalizar a los partidos de seis o siete millones de votantes no cuenta lo que haría después con esos militantes, con esos votantes. ¿Qué haría con nosotros que querríamos votar a partidos marxistas, nacionalistas, militar en sindicatos anarquistas? ¿Cárcel por pertenencia a organizaciones ilegales? ¿Multas, persecuciones? Ni siquiera quiero llegar a imaginar dónde han llegado estos partidos históricamente: campos de concentración y exterminio. Los hubo en Alemania, pero también en la posguerra franquista.



No logro hacer la foto que imagino que quiero hacer. Veo las imágenes y las pongo en blanco y negro pero el resultado se parece sólo levemente. Sigue lloviendo y la cámara se moja. La seco, salgo, se vuelve a mojar. Tiro muchas fotos y me doy cuenta de que no controlo bien los menús. Por ahí debo empezar. Tirar fotos para borrar y mirar mientras. El cerezo está a punto de explotar. El año pasado floreció: rosas, blancos, justo antes de la pandemia. Limpio la zona en la que tiene que ir la parra, que debería crecer en la pared del huerto, matando el resplandor del sol, formando un muro verde sobre el muro blanco. Dudo de si sabré darle la forma correcta. El kiwi que planté en noviembre parece que ha resistido las heladas. ¿Se adaptarán las plantas al calentamiento global y a los ciclos de temperaturas extremas que cada año serán más comunes? Podo la dama de noche como me han dicho en el vivero: se ha quemado con las heladas. 


Hablo con V. en la librería e intento explicar una idea que me ronda, que no sé concretar: la administración del estado es una defensa de los ciudadanos y en un cierto sentido anarquista (en cuanto funciona por sí misma y es independiente del poder político; las profesoras, por suerte, hacen su trabajo sin consultarle a Imbroda) es una garantía para todos. En un siglo XXI en el que hay empresas con más volumen económico y poder que el propio estado, la administración, los trabajadores del estado: sanidad, enseñanza, incluso justicia, son el contrapeso que nos defiende frente a esos intereses económicos. Hay políticos que se saltan las normas de vacunación, pero el éxito es que la vacunación sea ordenada por criterios sanitarios y no una selva de oferta y demanda en la que las clases altas se vacunen y los demás no.



El cerezo está a punto de florecer: este invierno también pasará.

Edito las fotos: me gusta una y quizás dos más. Se hace de noche y aprieta la llovizna.




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