miércoles, 23 de noviembre de 2011


Domingo por la mañana, el tiempo dice que lloverá a la hora del partido. Los domingos tienen menos horas, acaban a las seis de la tarde. Luego ya no existes, sóo esperas. No voy a ir. Le dejaré el carné a alguien. Total, el Mallorca. Lloverá. Igual hay alguna sorpresa en las elecciones y tiene interés seguir twitter, la tv, los periódicos... Son las ocho y media y no titubeo, me visto, me abrigo todo lo que puedo, ceno algo y me voy al campo. Es fútbol de primera. ¿Cuando volverá el Mallorca a los Cármenes? ¿Qué tonterías estaba pensando?

No llueve apenas. La radio dice que nos gobernará Rajoy por goleada. Tiene tan poca emoción que los locutores hablan tranquilos, sin soniquete deportivo. Esperemos que le vaya, nos vaya, bien.  En el campo hay la misma gente de siempre, no ha faltado nadie. Gran ovación cuando nombran a Martins. Los futbolistas son mercenarios hasta que tienen cáncer o su hijo tiene un problema, entonces, nos damos cuenta de que son personas, hasta Cristiano parece normal, y prevalece, y está bien que sea así, la solidaridad. Ojalá el chavalín se cure rápido.

Los árbitros son personas. Los linieres también. No lo olvidemos. Tienen hijos, madres, etc.. No sé si fue un accidente o una salvajada. La diferencia no es demasiado importante. El hecho es que se produjo donde está la peña Kolokón. Esa peña, en la explanada de entrada, con unos miles de personas alrededor, se pasean con bengalas encendidas y aires paramilitares. Cuando llegan a las puertas, entran todos de golpe. Sí, así de rápidos son los tornos de su puerta. En la mía, cada uno tiene que comprobar el carné y tarda un poco mientras revisan si llevas alguna lata, alguna botella. Un consejo a los señores policias: yo me controlo sólo, soy absolutamente inofensivo, como yo, toda la grada en la que estoy, hay padres de familia, niños y algún lorimeyer. Dedíquense a controlar a los que no son tan inofensivos. ¿Parece obvio?

El Granada jugó realmente mal la primera mitad. Martins intentaba todo y no lograba nada. No comprendo como se puede jugar al fútbol en una situación así. Este verano, cuando se murió el padre de Felipe Reyes, tampoco entendía que pudiera jugar, que tuviera cuerpo de jugar. No lo juzgo, por supuesto, pero me cuesta entender como logran sobreponerse. Supongo que relaciono el dolor con la soledad, con el deseo de soledad. Tal vez te sientas más protegido fingiendo normalidad ante el desastre. Me encantó que marcara el gol que debería haber sido decisivo.

Fran Rico fue por primera vez realmente importante. El equipo se ha hecho a su buen juego y notó un agujero terrible en el medio centro. A Florentino le costó una pila de años y millones de euros descubrir lo importante que es el mediocento. Fabri lo tuvo claro desde principio de temporada.

En el descanso oigo a un Rajoy sereno celebrar el triunfo. Si hemos sobrevivido a Aznar y Zapatero no creo que nos vaya peor con él. Me gusta ese aire sensato que tiene cuando admite que le han zurrado todos. Me recuerda a Calvo Sotelo, que fue muy de derechas y bastante sensato. La doble realidad del fútbol y la política se mezcla de una forma surrealista como si un locutor loco se equivocara de plano, de imágenes. Cuando golpean al linier y estamos esperando a que se reanude el partido, se hace un silencio y un aficionado con un megáfono dice que el paraguas lo ha tirado Zapatero. El culpable universal.

Antes, Siqueira había demostrado que es el mejor jugador de la plantilla en el primer gol. En primera luce aún más. Nyon y Benítez son menos jugadores que el año pasado, sus virtudes destacan menos y sus defectos se ven más. Fabri también me gusta por ser de los pocos entrenadores que no se ha sumado a la diabólica moda de los extremos a pierna cambiada. Si Cruyff pedía el destierro para el inventor del carrilero, yo lo pido para el que inventó la estúpida manía de cambiar a los extremos de banda con la esperanza de que sean delanteros y enviar a los delanteros a las bandas con la esperanza de que, estos sí, sean capaces de centrar como extremos. Ya es difícil que el equipo sea ordenado como para que los pongan desordenados.

Quince años. Vives en un centro de acogida sin tu familia. Te invitan al fútbol, haces un poco el chorras y se te escapa el paraguas y hay veinte mil personas señalándote con el dedo. Viene la policia y te detiene. Suspenden el partido y dicen que tu equipo puede perder los tres puntos. Si es verdad que el chaval no era un salvaje y fue sin querer, espero que se recupere pronto. Qué jodida es la suerte. La mala.

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