Durante 2015 he leído sólo 30 libros, pocos para lo que me gustaría y para lo que habitualmente leo: este año tengo que volver a la normalidad de un libro a la semana.

Los dos libros que más me han gustado son novelas y son relecturas de obras que me han influido a lo largo de toda mi vida. En cierto modo es normal, si relees libros fundamentales, son los que más te gustan.

“Los mares del sur” de Vázquez Montalbán es la gran novela negra europea, el paso  entre Chandler y Hammet y la pareja de suecos impronunciables y la ola de grandes autores que ahora disfrutamos (ay, Mankell, que nos dejaste en 2015). Me sorprendió lo actual que es, lo bien que ha envejecido, lo terrible que muchas de sus denuncias sigan igual o peor, que el país no haya logrado dejar atrás ese diagnóstico.

“El árbol de la ciencia” lo leí en COU cinco o seis veces. Justo después de copiar el trabajo que tenía que hacer para Literatura. Normal, se lee cuando hay que leer y no cuando lo dicen las profesoras, por encantadoras y sabias que fueran, que lo eran. (En el Mixto de la Chana  tuve unas pocas profesoras de literatura, y un profesor, excelentes). Baroja es el viejo cascarrabias que no siempre lleva razón pero sí muchas veces. Y escribe maravillosamente bien.

“Antonio B. el ruso: Ciudadano de tercera” es una obra maestra de la literatura contemporánea. Una novela de la pobreza comparable a las de Chukri o Istrati pero en León y con picoletos franquistas. Hambre y pobreza española, de ahí al lado.

No destaco ninguno de los libros de Karmelo C. Iribarren porque me gustan todos, quizás el que más “Ola de frío”, he leído cinco obras suyas este año, en 2016 las que quedan, y cuando acabe, leeré su poesía completa. No me gusta la pose sobre y de los bares pero en algunas páginas se asoma al abismo de la verdad y a la belleza.

También leí y disfruté a Alejandro Palomas —Guille, un personaje niño para los que odiamos los libros con niño—, Padura, —cubano que parece norteamericano, tengo que leerlo más—, Margarit, Gramsci vía Kohan, la deliciosa “La granja urbana” de Novella Carpenter, los dos primeros de novela negra de Jean-Luc Bannalec —¡la Bretaña!—, a Errejón con “Construir pueblo”, varios de Paul Strathern después de un montón de años sin leer filosofía…

(Mucha literatura española, no me había dado cuenta hasta ahora, ¡bien!)
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