miércoles, 29 de enero de 2014

Márkaris empieza la novela con una hipótesis fallida: ni Grecia, ni España, ni Italia han salido el pasado 1 de enero del euro. Todo lo demás: los recortes, la pobreza y la desesperanza son iguales que si la salida se hubiera producido, pero empezar una novela basándose en un hecho histórico ya falso le duele al propio relato, sobre todo en la primera parte que se centra más en esa idea.



No sé porqué esperaba otra novela al final de la trilogía de la ruina: esperaba que abordara la legitimación de la violencia en la lucha contra los que están destruyendo nuestros países y no lo hace. En cambio, mira a la generación de la Politécnica, la generación que en Grecia luchó contra la dictadura e inmediatamente se convirtió, como acertadamente viene dicho en la propia novela, en el califa en lugar del califa. ¿Os suena? Pensemos en los que tenían entre 25 y 40 años en los años 78-80 en España. Os dejo que hagáis las listas. Ah, la zorra de la transición.


Pero todo tiene su lógica, Márkaris no ha ido a buscar soluciones pequeñitas, (esa carretera mal hecha, que sí estaba mal hecha; ese sobre que también estaba en negro), como algún reconocido autor español que se crió en la transición, (24 años tenía AMM en el 80), Márkaris empezó por la causa exterior en “Con el agua al cuello”, siguió con el problema fiscal en “Liquidación final” y acaba con la ruina moral del propio país en esta novela: los malos son buenos y los muertos son malos. La  policía siente miedo ante la extrema derecha, (aquí sí que es distinta la situación a España, ¿o no?).


Todo tan aplicable a nosotros. Tan griego, tan español.

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