domingo, 21 de abril de 2013

María soñaba lo que vivía o vivía lo que soñaba. Aprobaba exámenes que había hecho mientras dormía; las preguntas, todas conocidas. Soñaba con tristeza cuando sus amigas la contrariaban; también, alegre, jugaba en sueños y luego se iluminaba cuando sabía que iba a llegar la felicidad.

María creció ante mis ojos y conoció el amor y la muerte y siguió soñando y viviendo la realidad en las dos partes de un espejo a veces terrible, a veces gozoso y pleno.

Y llegó un día en que su amor y la muerte se juntaron: no lo había soñado. Me miró y buscó un consuelo imposible. Quiso dormir y soñé, trágicamente, que ella no despertaba.



Noviembre, 2012.
Microrelato para el concurso del Museo de la Palabra.

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