jueves, 25 de junio de 2009

Qué cabreo. Por dios, qué cabreo. Y eso que como madridista estoy acostumbrado a perder. Pero lo de ayer fue peor, mucho peor porque podía ser un regreso al pasado, a ese pasado en el que caíamos en cuartos. Mucho peor porque a esta selección le tengo cariño: hace un año nos hizo felices.

En el minuto veinte, viendo como iba el partido pensé que había que quitar a un delantero y a Riera y poner a Busquets y Silva, (si era posible), pero esto lo hubiera hecho un extremista como Guardiola, no Del Bosque. Si el problema era que no nos dejaban tocar, la solución estaba en tocar más, no menos. Para tocar más, necesitábamos tíos de toque, nada de abrir el campo. Si tenemos una forma de jugar y somos campeones de Europa así, muramos extremando nuestro estilo. De los titulares en la final faltaban tres de los cuatro centrocampistas, también faltaba Iniesta, nuestra gran estrella. Del Bosque ha adoptado la idea de Luis, pero no está tan claro que sea su idea. Ayer el cambió de Cesc destrozó las posibilidades de remontada y renunció al estilo. Al final había que ir a por todas, ¿por qué no metió a Guiza y quitó un defensa?

No hemos jugado bien en todo el campeonato. Nuestro juego ha sido feo, como el campeonato en sí: campos vacíos, equipos tristes y esa chicharra insoportable de fondo. A esta competición le falta un punto para ser como la Eurocopa o el Mundial, hay una irreal obligación de ganar que perjudica a europeos y sudamericanos. Para Italia o Brasil tampoco es tan importante pero nosotros, al menos hasta ahora, no nos ganamos el derecho a participar habitualmente así que ha sido una pena. Una pena y un cabreo.

Un cabreo de media hora. Total, es la Confecup, no el mundial. Y en el mundial estará Iniesta.

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